Archivo de la categoría: Amor en silencio

Ya no más

Publicado en

Ni cómo desahogarme, ni cómo gritar o contarle a alguien. Todo se vuelve un grito ahogado que se pierde en mis pensamientos. Por más que trato que mi año terminé un poco mejor, como verán, se pone peor.

Ya sé que por pérdidas no vamos a parar, que toda la vida la pasamos perdiendo cosas, mascotas y personas; que vivimos de duelo en duelo hasta que le toca a alguien más vivir el nuestro. Pero de verdad, no creo todavía merecer ciertos descalabros a mi edad. No es que lo crea injusto o me de golpes de pecho, ya sé que hay personas que siendo más jóvenes sufren más que yo; sin embargo, uno siempre verá sus problemas más grandes que los de cualquier otro ser humano insignificante que habite este pequeño planeta (¿ven?).

Lo malo de mis problemas, es que la mayoría están en mi cabeza: no puedo quejarme porque se me mueran familiares a diestra y siniestra, ni por dinero (de ese nos quejamos todos y seguimos en las mismas). Mi única pérdida considerable fue mi gata y ella sí que me va a hacer falta este fin de año. Me va a hacer falta para consolarme y acompañarme en mi siguiente corazón roto. Y sí, ese es mi problema: mi pobre corazón, probablemente, será roto de nuevo. Las cosas están cambiando y cuando uno de los dos se vaya de aquí, sé que las cosas se van a terminar, o por lo menos, se irán consumiendo poco a poco cual vela encendida encerrada en un vaso de cristal.

Todo muere, con o sin nuestra aceptación; todo se acaba, lo hagamos nosotros o no terminar. Ahora siento que estoy muriendo, siento que otra parte de mi corazón está a punto de ser arrancado sin anestesia, y bueh, con anestesia de todos modos dolería después del efecto de ésta.

No soy del tipo de personas que cree que la vida se empeña en hacerle daño, o de echarle la culpa a todos de sus problemas, incluso a Dios. De esas cosas no soy responsable en gran medida y no tengo ningún contro sobre ellas. Pero sí tengo control sobre mi, sobre mis sentimientos y mi manera de actuar; puedo decidir lo que quiero y lo que puedo hacer con mi cuerpo y mi cerebro. Seguramente lo he dicho aquí, pero en verdad sólo me han bastado dos (tres si cuento algo muy platónico, stalker y enfermo) hombres en mi vida para decidir: no quiero enamorarme más. No de nuevo ni de esta absurda manera. No quiero más sufrimientos innecesarios porque de pronto aquel que decía amarte con todas sus entrañas descubre que no te quiere tanto como su tierra natal, o su familia, o cualquier cosa que te haga despertar y darte cuenta que no eres indispensable en la vida de nadie; que nadie te querrá tanto como para estar siempre a tu lado como lo pintan los cuentos de hadas.

Ya no creo en el amor para siempre. No más. El siguiente año debo ser capaz de controlar mi absurdo cerebro para no caer en la misma trampa de nuevo. Y miren, no me arrepiento de lo que he vivido, soy lo que he vivido y sentido. Me ha encantado amar a las personas que he amado y probablemente seguiré amando siempre. No cambio esos momentos por nada, ni siquiera pretendo en la forma más emo posible, borrar todos los posts llenos de melcocha que he escrito.

Así son las cosas, mi primer propósito de año nuevo es: NO HAY OTRO CORAZÓN ROTO. NO PARA MI.

Y de los pendejos es el Reino de los Cielos

Publicado en

Y somos pendejos. No rezonguen ni se enojen, lo somos cuando estamos enamorados. Y no hay fuerza ni persona en el mundo que nos haga pensar o sentir lo contrario a lo que creemos o sentimos.

Si el amor es bien correspondido, podemos ser humillados, señalados, ridiculizados, o sea, nos maltratan, pero «ñe, es bien buena onda, si lo conocieras sabrías». Y ahi tienen a uno babeando por el mugroso o mugrosa en cuestión. «Es que es casadooooooo», «ay, pero si sufre en su matrimonio, lo tratan mal. No come, no le lavaaaaaan». Ajá, todo ajá. Yo ya no creo nada. Quien está, está por gusto y se acabó. Porque le encanta ser tratado mal o bien porque le encanta tirarse al piso para que otros lo levanten.

Somos bien pendejos porque no vemos más allá de nuestras doblemente adolescentes narices y nomás sufrimos por una/uno ¡ay, dolor!

¡¡Muere, maldito querubín del demonio!!

Y luego tienen el caso de la pobre pendeja que quiere al que no la quiere. Inocente pobre amiga. Y tarada, y burra, y sosa, y estúpida y-agreguen-adjetivocalificativo-que-quieran. Suspira, llora, se retuerce en su porquería de «un día me va a querer. Un día verá lo que tiene enfrente. Un día (cuando se le quite la pendejez al otro) verá que somos el uno para el otro y seremos felices». Pendeja ingenua, digo yo. Porque a aquel nunca se le va a quitar su pendejez.

A veces, cuando más pendejos estamos, sufrimos con el inocente incauto de nuestros placeres hormonales como si fueramos él/ella, o sea, «pobrecito(a), se debe sentir tan mal, allá, solo, vulnerable, *suspiro* AAAAAAaaaaaaahhhhh *suspiro*»; sentimos en carne propia su dolor por alguien más, porque ese dolor lo estamos sufriendo al mismo tiempo. Y doblemente pendejos.

Ah, pero la pendejez no acaba ahí, porque luego resulta que uno se enamora de puro adefesio. Y mientras todo mundo insiste en decirte que eres un pendejo (de maneras más amables) por enamorarte de «esa cosa», uno sigue insistiendo en que lo hermoso de esa persona es su interior y no el exterior purulento que todos ven. «Esos granitos ni se ven, además, cuando tenga 25 apenas se va a notar», «Que no, no es feo. Mira, quítale los frenos, los lentes y esa pequeña jorobita, ¡¡ se ve taaan guapo!! Cómo chingaos no». Y ahora triple pendejez, ¿saben por qué? Porque cuando crecemos y nos damos cuenta de que «eso» era nuestra dicha de cada tarde queremos ser asesinados, cometer suicidio, o escondernos de nosotros mismos en el menos feo (jijiji) de los casos. Triples pendejazos.

Pero ni modo, así es el amor: pendejo. No me vengan con lo contrario. Lo podemos cambiar tomando decisiones inteligentes (cosa difícil pero no imposible). Porque el amor tiene su parte racional, o su parte de ‘supervivencia’. Alguna vez, hace chorricientos años cuando era yo una puberta bien pendejeta, me ‘enamoré’ de alguien que sabía que no me convenía porque nuestras vidas eran muy distintas y tenía muy claro que eso no era bueno para mi. Enamorarse por decisión dice Jalex. Claro, con eso de que el amor es ciego lo tenemos bien difícil.

Suficiente

Publicado en

El fin de semana fue bastante revelador para mi. Basta decir que creo que por fin llegué a una conclusión. Tomé la decisión que me ahorrará dolores de cabeza futuros.

No he sido mujer de muchos hombres, hasta ahora hay solo dos reales en mi vida. Uno me tuvo y me dejó ir, el otro me tiene y pero yo no lo tengo. Y bueno, hay más intentos que se quedaron en eso, meras intenciones de algo que no llegó a ninguna parte. Pero así como no he sido mujer de muchos amores, los que he tenido han sido los ejemplos más fuertes de casi cada tipo de relación (normal, por llamarla de alguna manera) sentimental que tiene un hombre y una mujer. He pasado de ser la ‘mamá’ a ser la amante, de ‘hermanita’ a ser meramente el objeto sexual, el premio deseado. He sido algo así como la esposa y también he pasado por la etapa del cortejo bonito y romanticón. He tenido peleas: desde esas ligeritas con tierna reconciliación a otras en las que me he tenido que tragar el orgullo con tal de no perderlo (a él). He experimentado muchas emociones: odio, tristeza, deseo, decepción, mucho amor, abandono, ternura, coraje, impotencia, y mucha pasión.

Pero también creo que he tenido suficiente. Casi tengo 30 años y muchas cosas en qué pensar, cosas más importantes que una simple relación. Me encantan los hombres, lo amo, los deseo; pero mis heridas son cada vez más profundas y dolorosas. La gota que ha derramado el vaso es ese otro ‘él’ que ronda mis pensamientos día y noche. Ese por el que he ‘particionado’ mi corazón porque sé que mi ‘él’ presente se irá. Y ahí está, haciendo ruido constantemente en mi subconsciente sin dejarme en paz.

De no tener nada a tener todo, de no ser nada a serlo todo para alguien y de querer y no ser querida. Todo ha pasado por mi, sobretodo lo último. Me siento cansada de perseguir lo imperseguible, de buscar algo que no sé si realmente busco, de pretender a lo inexistente y de tener lo que nunca me ha pertenecido. Me he hartado de ser siempre la eterna amiga: la que sabe de música, libros y cine pero no sabe de amor. Estoy hasta la madre de que la apariencia siempre importe más que los sentimientos y que las mustias nos ganen a las francas.

Así que antes de mi milésimo corazón roto he optado por hacer las cosas más sencillas y al término de mi relación actual pienso no buscar más. No creo tener el temple necesario para volverme monja, ni creo que sea honesto volverme una por puro despecho, no es justo para nadie menos para diosito que está en los cielos; no planeo ser la viejita amargada con 50 gatos porque no estoy segura de siquiera poder mantener a uno. Seguiré con la vida tal como viene. No voy a ponerle candado el condominio caro que se ha vuelto mi corazón. Si el amor se tropieza frente a mi, pues lo tomo y ya. Pero yo no quiero buscarlo. No más.

He tenido suficiente de ti que no aguantaste estar lejos. Tengo ya suficiente de ti que cada vez que te veo y recuerdo que no eres mio siento que me arrancan el corazón y de ti… de ti no he tenido suficiente, pero basta que seas un simple pensamiento que no me deja a ninguna hora del día para querer huir lejos de todos. BASTA.

Insomnio

Publicado en

Ya pasan de las dos de la mañana. Un maldito dolor de muelas me quitó las pocas fuerzas que me quedaban después de sufrir muchas horas en la oficina. Y ahora, llueve.

Mis pensamientos van y vienen de una persona a otra, de una situación a otra. Recuerdo las noches lluviosas que pasé con él. Ahora recuerdo las tardes lluviosas que pasó con el otro él. Pero luego… chan chaaaaaaaaaaaan… viene la parte fea: ahora pienso en otro él (sí, un tercero, pero recordemos que el primero ya no vale) en el que pienso cada vez que llueve. Rarezas de la vida.

Es que qué problema es tener corazón de condominio, de esos de Santa Fe: grandotototes, espaciosos, lujosos (ah, sí, yo no soy cualquier cosa, ¿eh?). Así es mi corazoncito, así ha sido siempre, bueno, a excepción de una vez. Una vez que se prolongó casi 5 años en los que no pude pensar en nadie más que en él. Cinco años incumplidos pero buenos, eso sí.

Ahora que tengo al segundo él, hay veces que no puedo dejar de pensar en el tercer él. No es porque yo sea una horrible mujer cabrona de esas que andan de infieles regando cogidas por todos lados. Nonono, es que… a él (el segundo), lo tengo y no lo tengo. Sí se me hace quedármelo, juren que dejo de pensar en el tercer él, y en el cuarto. Y en el quinto si lo hubiera. Pero no, es más bien como cierta cuestión de supervivencia, de esas cosas que buscamos siempre para mejorar. Me viene a la mente aquella persona con la nunca se me hizo salir. Uy, me hubiera fascinado tener algo más con él (digo, ya que estamos en horas de confesiones y de niños dormidos). Sí, me hubiera encantado echármelo y luego salir mucho con él y divertirme. Pero por más que pienso en un futuro con esa persona nomás no. Porque a pesar de ser infinitamente culto, inteligente y divertido, mis planes para el futuro simplemente no encajaban con él. Y fin.

Algo similar pasa ahora en mi presente. Y ahora que sé que la vida no es nada más para agarrar al primero que pasa y casarse con él, pues no se me ocurre que me pueda quedar con este, aunque la verdad es que ganas no me faltan. So, el tercer él se cruza en mi camino. Ah, y por más que lo intento no puedo quedar como ‘mujer decente’. ¡¡Sí, tengo un ‘él’ y pienso en otro ‘él’!! ¡¿Y qué?! Anden, vayan y acúsenme con mi mamá. Todo sigue siendo ese raro instinto mio por encontrar a alguien que encaje conmigo: sus gustos, sus manías, sus defectos. Sigo creyendo firmemente que es mejor parecerse que ser todo lo contrario. Pero a pesar de todo, ahora creo, y entiendo, por qué es mejor estar sola: veo a quien quiero, ando con quien me viene en gana y me hace venir quien me guste. Punto.

Por cierto, ahora que recuerdo, hoy lagrimeé a gusto y sabroso. Maldito dolor de muelas. Hace mucho que no lloraba, por qué sí, yo era una niña llorona, de todo y por todos. Poco a poco, la vida, el dolor, las circunstancias, él (el primero), me hicieron cambiar. No sé si madurar. Bueno, yo lo llamaría evolucionar, como salir de un capullo y una vez que veo hacía atrás y analizo las situaciones por las que pasé, me doy de cocos porque me hubiera encantado ser como soy ahora en situaciones de aquella torpe oruga. Y no, ahora soy lo que no fui hace chorrocientos años. Chale.

Llorar ya no es lo que era para mi antes. Ahora las lágrimas son escasas y mejor repartidas. Las tiene quien merece. El segundo él ha tenido las suyas; el tercer él… como un par de ellas y que no se me queje porque igual y tengo más reservadas.

La lluvia ya pasó. El radio sigue sonando, no puedo dormir sin él encendido. Creo que mi estéreo es el cuarto él, al que NUNCA dejaré, sépanlo ahora. El infame dolor de muelas es ya un vago recuerdo de una pesadilla y las lágrimas me ayudaron a calmar el dolor. Ahora tengo sueño y nadita de ganas de trabajar. Creo que mi jefe recibirá una llamada mañana, bueno, al rato, de alguien que quiere justificar un retardo. No puedo dejar mi trabajo un día. Ahora soy muy muy responsable. Evolucioné.

In the mood

Publicado en

A pesar de la lluvia y la música, sigo nostálgica. Es más, la lluvia me pone nostálgica de vez en cuando, hoy es uno de esos días.

Y es que en mi momento de fresez que traigo estas últimas semanas (un momento muy largo, pues), escuché una canción que enmarca perfectamente todas esas ideas mias adolescentes. Es una canción requetebonita y ‘pegadora’. Pinches canciones llegadoras, parece que hicieron la letra pensando en mi. ¡¡Los odio!!

Y si quieren de paso cortase las venas (porque no es lo mismo nada más escuchar), miren esta letra que me ha hecho sufrir todo mi día emo:

Loco Extraño – Sandoval

Quisiera poder explicar
como me pude enamorar
de alguien que tan sólo es
la voz, la letra y nada más

Tal vez me has hecho comprender
que sin tocarte puede ser
la historia de un amor que se
nos alimenta al corazón

Y tú me das las ganas de volver a empezar
de volver a entregarme.
Y tú me das las palabras que
gritarán muy fuerte un "yo te amo"

Soy quien vino a hacerte sonreír
Quien vino a ser parte de ti
 un loco extraño
Soy tu idea y tu imaginación,
tu vaga idea del amor
 y abre tus brazos

Y podré darte un poco más de todo
Cuidaré cada instante que sea de los dos
 Tú y yo

Y aunque tal vez nunca te vi
yo se que vivo para ti
Lo supe desde nací lo supe
y ahora estoy aquí

El tiempo se tardó en llegar
quizá nos hizo esperar
Y mira que casualidad
mucho gusto yo te voy a amar

Y tú me das las ganas de volver a empezar
de volver a entregarme.
Y tú me das las palabras que
gritarán muy fuerte un "yo te amo"
Soy quien vino a hacerte sonreír
Quien vino a ser parte de ti
 un loco extraño
Soy tu idea y tu imaginación,
tu vaga idea del amor
 y abre tus brazos

Y podre darte un poco más de todo
Cuidaré cada instante que sea de los dos
 Tú y yo